Lago Lolog
En que pensas pregunta vane, le contestó que una vez mas la madre naturaleza te hace saber de su inmensidad, de su grandeza, de lo imponente que es, claro, cuando el hombre no lo hecha a perder. El mundo ama nuestras pisadas y teme nuestras manos gritaba una pared en Zapala.
Que pequeños somos, que efímera es la vida terrenal, tan superficiales muchas veces que ni siquiera llegamos a contemplar todo lo bello y la energía que la naturaleza tiene puesta a disposición para todos aquellos que están preparado para dejarla fluir por nuestro cuerpo para mas luego volverla a volcar al universo, como un todo inescindible del ser.
Desde el Lago Lolog, inhalar y exhalar hace que sea mas que tomar la energía del lugar y largar las tensiones sino que además da ganas de vivir, disfrutar el instante intensamente, en buena compañía valga realmente la pena aunque del momento del que hablo en este momento ya paso también.
Mirador Las Bandurrias
Ya con los estómagos cantantes partimos a lo que era inicialmente nuestro primer destino, un mirador desde donde se veria toda la ciudad de San Martin de Los Andes incluido una panorámica del Lago Lacar. Tomamos la ruta provincial 48, le dimos hasta terminar el asfalto y todavía faltarían unos 5 km. Ya hasta nos familiarizamos con los caminos que parecen senderos, de ripio y precipicios y como si fuera poco con empinadas pendientes. Pero con el Ford Fiesta, lento y en segundo cambio nos acercábamos a destino.
Al llegar nos recepciona una Sra. Joven de una comunidad Mapuche que proteje la zona, Comunidad Curruhinca. Almorzamos unos sanguchitos con queso y verduras e inmediatamente comenzamos la caminata para acceder a la vista que únicamente nos proporcionaría escalar hasta el mirador. Simon observador como siempre iba cómodamente en la mochilita colgado sobre mi pecho, llegamos y si, verdaderamente la vista se condice con las referencias que nos habían dado. El lugar ameritaba que esa sea una de las excursiones recomendables a los turistas, desde ahí se siente la libertad cuando el aire patagónico acaricia nuestras caras y la vista es lo que bien podría ser la un águila al sobrevolar los bosques como los que desde ahí se vislumbran.
La isla
Antes de emprender la vuelta decidimos ir hasta la famosa playita, con una isla a pocos metros de la costa que le da el nombre a la referencia turística. Bajando por la ladera de la montaña, entre cipreses de cordillera y alamos tanto criollos como plateados llegamos hasta donde pudimos en auto pero el último tramo lo hicimos a pie.
Valio la pena ya que el lugar además de maravilloso tenia una energia especial, la cara y actitudes de Jeferson Wenchenco (Simon) lo decían todo. Como en casi todos los lugares que presenciamos nos tomamos, los tres, el tiempo necesario para meditar aunque sea algunos minutos.
Dia movidito este, caminamos mucho recorrimos mas, pero esto no seria todo, porque el dia aun nos reparaba preciados ratos de pileta climatizada en la Cabaña La Encantada, que a esta altura es mucho mas que el nombre… Realmente esta Encantada.
Para terminar, triunfo de Boca por la Libertadores comiendo unas ricas truchas a la parrilla con papas al horno, que Tull??
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